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jueves, 19 de junio de 2008

LAS ADICCIONES EN LAS MUJERES

A partir del anterior análisis podemos plantearnos algunas reflexiones en torno a las mujeres y las adicciones:

- La maternalización de los roles y funciones de la vida de la mujer, hace comprensible que la posición de las mujeres en las toxicomanías haya sido tradicionalmente la de las madres cuidadoras, codependientes de sus hijos o parejas toxicómanas. No sabemos como influirán las nuevas concepciones de género, aunque los datos disponibles en algunas sustancias como el tabaco y el alcohol son desalentadores. Tal vez las drogas ya no sean problema de los hombres y " unas cuantas mujeres".

- Algunos rasgos de la identidad de género han podido jugar un papel importante en la protección de las mujeres. Así, por ejemplo, el riesgo como valor tradicionalmente masculino ha separado a muchas mujeres de toxicomanías mas arriesgadas, acercándolas a dependencias más aceptables como el consumo de benzodiacepinas. S e hace necesario investigar sobre los factores de protección o riesgo que actúan para las mujeres.

- Muchas mujeres drogodependientes, han iniciado su consumo o sufrido recaídas a partir de la relación afectiva establecida con hombres toxicómanos (Meneses,1997). Los deseos de vincularse mas estrechamente, de ayudarles a salir, o de destruirse con ellos son precipitantes que actúan en las mujeres diferencialmente, desde la dependencia afectiva en la que han sido educadas.

- Es significativamente alto el porcentaje de mujeres drogodependientes que han sufrido abusos sexuales, (Kandall, 1996; Briere y Runtz, 1988; Singer, Bussey, Song, Lunghofer, 1995). Según plantea Orte (1998) , la drogadicción podría ejercer de antecedente o de consecuente de la historia de abuso o violencia sexual. El abuso de sustancias podría ser un antecedente, podría facilitar la implicación de adolescentes en conductas de alto riesgo, menor capacidad para discriminar señales de peligro y peores condiciones para afrontar con éxito un nuevo intento de violencia sexual, teniendo en cuenta la situación de debilidad personal y relacional creada a partir de una situación de abuso sexual inicial. A su vez los abusos sexuales podrían favorecer la adicción a sustancias, bien por la identificación con grupos marginales a partir del estigma, bien como mecanismo de enfrentamiento a ese suceso estresante. Por otra parte, son muy llamativos los estudios de Copeland (1992) sobre los índices de retención en el tratamiento de las mujeres drogodependientes. Aquéllas que han sufrido abusos. Aumentan mucho su vinculación al proceso terapeútico cuando los centros de tratamiento son especializados para mujeres.

- La búsqueda del placer parece devolver una respuesta paradójica a través de las toxicomanías (Ettorre, 1996). Desde la identidad de género tradicional el placer femenino es un tabú y una prohibición para la mujer "honesta". En el avance hacia una nueva identidad y en un contexto de transición. y crisis de identidad es llamativo cómo la mujer toxicómana, obtiene placer con las drogas pero a su vez recibe el castigo que depara la toxicomanía.

- Un gran número de mujeres drogodependientes tiene hijos. Los embarazos, más allá de la conducta de no prevención que suponen, podría responder a otras necesidades mas profundas de las mujeres: Necesidad de valoración social, necesidad de identidad, necesidad de compensar a madres fusionadas por su alejamiento. En cualquier caso a menudo los hijos suponen una motivación para el tratamiento y una responsabilidad para la madre. Responsabilidad que la desborda en el proceso terapéutico y a la que se le presta muy poco apoyo con los recursos disponibles y desde centros no especializados en la problemática de las mujeres.

- Los medios de financiación de las mujeres drogodependiente para obtener la sustancia, parecen ser menos dañinos para otros y más autolesivos (Meneses 1997). Una muestra de ello es la prostitución. La espiral de prostituirse para drogarse y drogarse para poder prostituirse parece dificultar la salida de situaciones marginales. Provocando mayor estigmatización social. Existen muchos casos en los que formas de prostitución no son públicas. Las drogodependientes no salen a buscar clientes, pero en muchas ocasiones, mantiene relaciones o contactos prostituidos, Estas relaciones ocultas provocan menos rechazo social ya que son más difícil de percibir pero permanece el conflicto interno de la mujer que necesita reelaborar una identidad a salvo después de dichas experiencias.

- En el proceso de incorporación social en la recuperación de las toxicómanas, los proyectos laborales y de formación son, a menudo muy poco ambiciosos y reproducen estereotipos de género. El trabajo doméstico sumergido o directamente, el no trabajar fuera de casa es a menudo el destino de muchas mujeres que salen de las drogas. Las circunstancias sociales y las dificultades en la incorporación laboral para empleos tradicionalmente masculinos limita sus posibilidades.

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